
Cuenta una leyenda que donde nace el arroyo Tabay, en tierras paraguayas, vivía un viejo indio con su hija. Un día se acercó un viajero con hambre y le ofrecieron sus únicos alimentos.
Este visitante era Tupá (dios del bien), y premió la amabilidad de los nativos con una nueva planta en la selva. El anciano fue nombrado guardián del Caá-Yara y su hija, la diosa protectora.
Les enseñó también a secar las ramas de yerba y a preparar mate, que es el símbolo de la amistad y la hospitalidad.
El mate se toma caliente, espumoso y fragante, pero también se puede tomar frío -como el famoso tereré-, al que se le pueden agregar también algunas hierbas. Esta opción exige que el mate sea cebado con agua fría o el jugo de algún cítrico, lo que sucede sobre todo en las regiones muy cálidas.