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Unos 39 comercios integran un libro elaborado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. El texto invita a un sabroso recorrido por las especialidades de Banchero, Las Cuartetas, Angelín y Los Inmortales. Todo un tributo al popular rubro gastronómico.
Las tradicionales pizzerías Banchero, Las Cuartetas, Angelín, Guerrín, El Fortín, La Mezzetta, Los Inmortales y Burgio integran una guía de comercios porteños con valor patrimonial que será presentada este jueves y busca rendir tributo a este popular rubro de la gastronomía, que es parte de la esencia de la ciudad de Buenos Aires.
El listado de 39 pizzerías forma parte del libro elaborado por el Ministerio de Cultura porteño, que invita a un sabroso recorrido por las especialidades de cada una de estas casas, como la muzzarella, la fainá al verdeo o la fugazzetta con queso.
Detrás de cada mostrador de las pizzerías porteñas hay una historia que merece ser contada, explicaron los investigadores Horacio Spinetto y Esteban More, que llevaron adelante la publicación con el objetivo de divulgar el valor patrimonial de los espacios entrañables para el sentir porteño.
El libro recorre la historia de la pizza y comienza con la tarea que encabezaron los precursores napolitanos y genoveses que empezaron a prepararla a fines del siglo XIX, sobre todo en el barrio de La Boca, en un local -ya desaparecido- de la calle Del Crucero, en cuya pared se leía la leyenda "Sole, Pizza e amore".
En 1893, el xeneize Agustín Banchero abrió en el mismo barrio una panadería, que fue el lugar donde nació la fugazza con queso y en 1932, se mudó a la esquina de Brown y Suárez, e instaló al barrio como un de los lugares ideales para comer "dos porciones de pizza por cinco centavos".
En la misma época, desembarcaron sobre la avenida Corrientes Guerrín, Serafín, Los Inmortales, Las Cuartetas, El Palacio de la Pizza y Pin Pun. También en la década del 30 nació una pizzería en Villa Crespo que se convirtió en un clásico del rubro: Angelín, en Córdoba 5270, donde se jactan de ser los creadores de la "pizza canchera", que lleva sólo salsa y condimentos y que se servía, por entonces, fría.
Ya para los años 50, las pizzerías porteñas alcanzaban su apogeo tanto en la zona del centro como en los barrios de la ciudad más alejados, como Carlín, en Iriarte al 2800; El Griego, en Beiró al 5200; Yiyo, en Rivadavia al 11500, y Toscanín, en Caseros al 3000.
En los 80, se observó la aparición de la pizza a la parrilla, que impulsaron las casas Grappa, Morelia y, más tarde, Salomón Rey, y en las puertas del nuevo siglo comenzaron a integrarse a las modernas guías gastronómicas de los "restó". "Ya sea de molde, media masa, a la piedra o a la parrilla, en versión napolitana, de anchoas, de jamón y morrones, de verdura o la irremplazable muzzarella, la pizza es, sin lugar a dudas, una porción de Buenos Aires", concluyen los especialistas en el libro, que será presentado mañana a las 18:30, en Sarmiento 1983.
Irene Cetolo, de la Asociación de Propietarios de Pizzerías y Casas de Empanadas, consideró ante Télam que las pizzerías tienen, a diferencia de otros locales gastronómicos, "una característica especial que es la de adecuarse a las necesidades del barrio en que se encuentra", del cual toman la impronta.
La subsecretaria de Patrimonio porteño, Nani Arias Incollá, dijo al respecto que "en las pizzerías porteñas no sólo importa el contenedor, sino el contenido". "Esto es -explicó-, al espacio peculiar de las pizzerías con sus barras y sus hornos a la vista se le añaden el valor de la pizza con distintos secretos para su preparación bajo el aporte de los maestros pizzeros que le dan su toque distintivo".
El libro saldrá a la venta, en los próximos días y se lo podrá adquirri en la casa de la Cutura (Avenida de Mayo al 565).
Fuente: Télam